EL INCENDIO DE LA SIERRA MINERA


    Instalaciones mineras abandonadas en la Sierra de La Unión

No hace demasiado tiempo que, a raíz de un proyecto paisajístico en el que hemos estado trabajando durante los últimos meses, descubrí en profundidad la Sierra Minera, una de las zonas de mayor valor ecológico y paisajístico de la Región de Murcia y que la pasada semana fue afectada por un grave incendio.

Lo cierto es que en pocos lugares de la Región se produce una identificación tan intensa entre población y paisaje como en la Sierra Minera de la Unión y Cartagena. La actividad minera ha dejado su cicatriz no sólo sobre la faz de la Sierra sino también sobre el modo de entender el mundo de la población que la habita.

Los castilletes de las minas, las canteras a cielo abierto y la Sierra se han fundido dando lugar a un paisaje único y a una cultura paisajística propia de La Unión y de ciertas zonas de Cartagena que ha cristalizado en manifestaciones tan destacables como el Festival del Cante de las Minas, que es uno de los acontecimientos culturales más importantes del año, y ya no sólo para La Unión sino posiblemente para toda la Región de Murcia.

El incendio, provocado según todos los indicios, ha ocupado las primeras páginas de los medios durante varios días y ahora quedará relegado al olvido salvo para la comparación estadística con los incendios del año pasado o con los del año próximo.

Pero lo que me ha parecido más destacable de este incendio es la indolencia con la que, por regla general, se ve la destrucción de la Naturaleza. Ya no se trata de que el incendio haya sido provocado o de que exista o no presión urbanística sobre la zona, porque la codicia es un pecado capital que existe desde que el mundo es mundo y a los incendiarios les dedica el Código Penal un par de artículos. Lo grave es que, la mayoría de las personas no somos capaces de entender que la Naturaleza y el Paisaje son un patrimonio común de todos y que, en consecuencia, todos estamos perdiendo dinero y oportunidades de futuro con la destrucción de un Espacio Natural y del Paisaje que nos ofrece.

El turismo es la primera industria regional y depende más de lo que cabe imaginar de un urbanismo responsable y de la defensa de la Naturaleza y del Paisaje, que no son un lujo ni una moda pasajera de las ideologías de extrema izquierda sino un recurso económico tan importante como cualquier otro.

Si, ahora que estamos en verano, nos paramos a pensar por un momento en nuestra pequeña historia personal nos daremos cuenta de las veces que un desarrollo urbanístico irrespetuoso con la Naturaleza y el Paisaje ha terminado influyendo en nuestras vidas. Cuantas veces, al ir a la playa, por ejemplo, nos quejamos de la falta de aparcamiento, de las colas, de los problemas de infraestructuras, de nuevos edificios que nos quitan las vistas o las estropean, saturando la ocupación de las playas hasta el punto que uno termina pensando que estaría mejor en su casa que yéndose de veraneo.

Todos esos problemas son causados porque alguien, preocupado por hacer casas, decidió dejar de lado el cuidado del Medio Ambiente de las personas que tenían que habitarlas y que somos todos nosotros.

    Cantera a cielo abierto en la Sierra Minera

La destrucción de la Naturaleza y del Paisaje tiene un incalculable costo económico. Por el momento, Murcia sólo puede ofrecer buen tiempo, gastronomía y paisaje natural y cultural. Si dejamos desaparecer uno de los tres elementos de la ecuación, el resultado es cero.

Desde el punto de vista de político hay disparidad de posiciones. No faltan quienes, como Francisco Bernabé -Alcalde de La Unión-, tienen estas ideas bastante claras. No es lo frecuente. Estas ideas, que se suele conocer comúnmente con el término de “desarrollo sostenible”, aún no han sido interiorizadas por la mayoría de los dirigentes y mucho menos por nuestros conciudadanos. Me comentaba uno de los ingenieros que dirigieron las tareas de extinción que mientras estaban desbordados por las llamas, les sorprendió la llegada de numerosas personas a la zona del incendio. En contra de lo que pensaron en un principio, no se trataba de voluntarios que intentaban ayudar sino de personas que subían a la Sierra a ver “arder el monte y volar los hidroaviones” como el que va a una ejecución en el Far West a ver como ahorcan al desgraciado de turno, sin darse cuenta de que la víctima no era solo el monte sino también su propio bolsillo.

Ahora que con todo este tópico de la crisis y el cambio del modelo productivo los políticos y los consultores no dejan de inventar soluciones mágicas para recuperar la economía, quizá convendría volver los ojos hacia la protección del Paisaje y darnos cuenta de que el Turismo es el motor de la economía regional y que por muchas casas que seamos capaces de hacer, si transformamos esta Región en un erial de cemento y tierra quemada, va a ser difícil convencer a nadie de que se venga para acá a disfrutar de sus vacaciones, salvo que, como a las hijas de Zapatero, les vaya el plan Gótico, en cuyo caso, el futuro está asegurado.

1 comentario:

  1. Antes de nada, agradecerte este marco de reflexión que nos ofreces así como tu sagacidad para explorar estas cuestiones y de forma amena.
    Me voy a permitir realizar una digresión en tu blog más allá de lo usual ya que entiendo que tú también la haces al hilo del incendio.
    El sector de la construcción depende de una demanda, entre ellas la turística. Esta tiene como atributos o características, entre otras, las relacionadas con la calidad y atractivo del paisaje, y que no siempre son independientes sino que existen dependencias entre ellas con otras variables de dicha demanda como la accesibilidad y distancia entre el lugar de residencia y el de recreo o disfrute. La relación de dependencia puede ser negativa a partir de un umbral o valor, donde la variación positiva de unas puede conllevar la variación negativa de otras.
    Por ello, es importante que el técnico quien previamente fundamente las actuaciones urbanísticas o de uso público y el político que, finalmente, decida, tengan muy claro hasta dónde se puede llegar modificando dichas variables con interdependencias sin menoscabo de reducir la demanda turística. Si la decisión excluye o interpreta dichas interdependencias con un planteamiento técnico erróneo o, en el caso más frecuente, influido por intereses particulares o de miras cortoplacistas, que priman en el proceso de decisión el resultado no será favorable a la economía dependiente del turismo y mucho menos a largo plazo.
    A todo esto se añade un contexto desfavorable como el actual, de crisis económica, donde las presiones para obtener un crecimiento a corto plazo son mayores con políticos que tampoco, antes, han estado a la altura con un contexto más favorable desde el punto de vista de la situación económica general pero, sin embargo, con mayores presiones especulativas de carácter inmobiliario.

    Las razones económicas de los incendios, supuestamente, deberían estar erradicadas, si la normativa resulta eficaz en desicentivarlas y que no sea posible la reclasificación urbanística de los terrenos que elimine el factor especulativo, la condena penal sea suficientemente disuasoria junto con la exigencia de responsabilidad medioambiental de la reparación de daños por los autores transmita la responsabilidad por el daño a quien lo ocasione.

    Existen ya muchos ejemplos de reconversión de sitios degradados para su uso cultural y turístico; recientemente visité unas minas donde se extraía la pizarra en el Parque Nacional de Snowdonia (Llanberis, Gales) y esto se hizó realidad y funciona como reclamo turístico.

    Posiblemente, el caso de la Sierra Minera exige de una compleja, costosa y genial actuación de restauración y reconversión turística del espacio degradado. Por desgracia, como sucede con otras actuaciones regionales de iniciativa pública creo que no se sabe cómo concretarse en un desarrollo que aspire al éxito. La Región de Murcia no se puede permitir nuevos fracasos en tales proyectos, ya abundan los malos ejemplos y en situaciones más favorables para su éxito.

    Un saludo (AC-CR)

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